Ahora me parece
que jamás
he salido del desierto
y que en el aire
que respiro
existen recuerdos
que todavía laten.
Los días de lluvia
me convierto en isla
conservando
los víveres suficientes
para no desfallecer.
Hay noches
que aprieto mi alma
contra mi carne
y me reconforta
sentirme,
ser hija y madre
al mismo tiempo,
protectora y protegida,
defensora y defendida.
De momento
he abandonado
la idea
de salir de aquí,
me he acostumbrado a ser
una habitación sin llave,
un espacio poblado de
soledades
que nunca me mienten,
que se ponen en paz
con las guerras
que me han sucedido.
Decía que soy un poema
en el desierto
hablando de amor y lejanía
y que por las noches
me abrazo.





A pesar de las guerras
la gente hace el amor,
engendra hijos,
cocina una sopa caliente
y los niños
juegan en el parque
con la inocencia.
A pesar de las masacres
la gente
hace footing por el paseo
y extiende su toalla
en la playa.
A pesar de las violaciones
las mujeres salen de casa
para bailar
toda la noche.
A pesar de que muchos
no llegan a la costa
siguen huyendo
de lo que sería
peor que la muerte.
A pesar de la explotación
las trabajadoras
se divierten en el bar
de la esquina.

A pesar
del movimiento
hay un escalofrío
que recorre las conciencias.


Algunas veces me enamoro de ti.
Me quedo prendada
y preñada de tus palabras.
Tus versos
me poseen y me vuelvo
reproductiva, sexual,
textualmente entregada.
Se abren todas mis ventanas.
La emoción fuerza mi puerta.
La piel se acuerda de todo.
La cordura se hace la loca.
Me quito años.
Me empadrono en otras ciudades.
Me abandono a las sábanas
estremeciendo su blancura,
bandera de rendición
absoluta.
Me convierto en otras mujeres
del pasado
que se detuvieron
a mirar el amor
sin rodeos.
Algunas veces.
Algunas veces me enamoro de ti.
Luego te pasas de largo
dejándome toda
esta rutina...


                               Foto Kate Barry
Resucito en cada verso
a lomos 
de un caballo
que no permite 
apuestas.
Asumo la imperfección
de los que amo
como la mía propia.
No pertenezco a nadie
aunque me pueda
entregar.
La belleza
siempre me salva
de la desolación.
Tengo ya
pocos miedos
que solventar.
A estas alturas
el amor
se ha quitado
todas las espinas.
Pido disculpas
-una vez más-
si mis laberintos
supusieron dolor
para ti.

Carmen Maroto






Dijo NO -o no pudo
decir No-
y la calle
escucha el chasquido
de su carne desvalida.
Ellos, los infames,
ejercen
su miseria
sin reparar
en el espanto.




Mi palabra se sube
a una catástrofe
o a una esperanza
mencionando
voces internas
que me abrasan
o me matan de frío.
Escribo sobre la fatiga
o el entusiasmo
contando los años
que transcurrieron libres
o que conformaron
la métrica oficial.
Al fin escribo 
para salirme con la mía,
para sacarle la lengua
a la estadística
al clero
al sistema patriarcal
al poder de la información
al reinado de los vampiros.
Escribo para tener
un reservado,
un local con derecho de admisión,
un territorio 
donde excluir
a los invasores.

(Escribo también
sobre lo imposible,
si acaso amarte
lo fuera)


Mis versos van tirando
como pueden,
como yo.
Salen a la luz 
por una fisura,
por el resquicio
de la puerta que no cierra
del todo,
salen con letra pequeña
frecuentando bares
de amaneceres
dudosos,
salen inmundos
apestando
a fracaso.
Salen dispuestos
a salvar
lo que queda
de mí.



Cualquier movimiento
mínimo
atrevido 
exacto
perverso
queda registrado
en la hoja de ruta
de mi piel
revelando
el impulso
de mover
mi mundo
en tu dirección.



Ella te besa en los labios
y te muerde el corazón.
.............................................
Ella no invierte en lo eterno,
es tan "ahora"
que si la ves mañana
tendrías que volver
a conocerla.
............................................
Ella abre palabras
y se come
todos los significados.
...........................................
Ella ha estado en el infierno
y nos ha visto a todos.
..........................................
Ella maneja la rebeldía
como si hubiera crecido
en el combate.
........................................
Cuando Ella sucede,
la vida se llena de público.

                                Foto de Leonard McCombe

Yo era verano
cuando bailaba con lobos
en pistas
de infinitos diámetros.
Era verano
cuando caminaba
furtiva
por las aceras 
de tu casa.
Era verano
cuando la revolución
me corría
por las venas
borrando fronteras
en tus labios.
Yo era verano
cuando el deseo
me registraba
en hoteles
de infinitas estrellas.


                                         
                      Obra Lita Cabellut


Elijo 
verdades afiladas
a traiciones 
limadas
a conciencia.
Hay un momento
en que lo dejas todo,
enseres personales 
como
anillos de compromiso
flores disecadas
o un lacito rosa 
a juego
con la vida respetable
y sales de la línea recta,
del trazo bien definido,
de lo que me dijo mi madre
la monja
el comandante
las Antiguas Escrituras,
salgo a empaparme de lluvia
a esconderme bajo las sábanas
de una ciudad de bostezo
y comadreo
que golpea la puerta
para salvarme,
pero yo no quiero, no quiero
que me salven
de todos y de cada uno
de tus besos.

Y no abro.




Foto Véronique Thomazo

                         Foto Pierluigi Praturlosn

Año 2000, Siglo XXI

Celebramos
el cambio de milenio
recorriendo el camino
a tu casa. No habían taxis
y la noche era celebrada
como si hubiéramos llegado
al futuro.
Me enamoré
en el fulgor de la noche
y me dejaste plantada
un mes y catorce días
después,
tan sinceramente
que no tuve palabras
de réplica.
Fue un romance corto
y un olvido largo.
De ti
tengo tres recuerdos.
El color blanco de tu casa.
Tus ojos
y tu número de teléfono
en la memoria
de objetos perdidos.
Obra Lita Cabellut



Padre
he estado en los infiernos
y más allá
de las plantaciones sin fruto,
la soledad
acuchillando
mi espalda,
padre
he visto residuos,
basura de bocas
malditas
que duelen,
padre
huyo de aquí
sin llevarme nada
más que el intento
frustrado
de coger la vida
por su parte más dulce.


Padre,
me duele el fracaso.

Ha empezado la cuenta atrás
y tengo
el último número.
No te concedo más tiempo
que el minuto
de un verso
que no te extraña.
El puente roto.
El paraíso dinamitado.
Una puerta blindada
tras de ti.
Descolgados espejos
de siluetas invisibles
y besos 
que no se tocan.
Que no cunda el pánico,
no me caben más heridas
en mi geografía,
he recorrido
el itinerario de todos los errores
y mañana escribiré más
sobre las despedidas.
Triple salto mortal
y me salvo.

Foto Laura Makebresku





He desleído todos los poemas
para llegar a ti
sin palabras,
para descitar 
la recurrente métrica
que nos aboca
a un amor
con demasiados adornos.
He venido sin rituales
sin ropa
sin anillos,
he venido en carne viva.

Después -en el camino-
encenderemos velas
acunaremos versos
recordaremos ritos,
pero ahora no.

Ahora,
nosotros.

He volado 
por encima
de vuestras cabezas 
huecas
y he borrado 
mandamientos hostiles
para poder amar
a mis anchas,
he sorteado 
hocicos chismosos
y obscenos
con la rabia inocente
de una mujer
que sentía la libertad
y ahora -después de tanto-
me acerco a la calma,
me atrevo a firmar
poemas 
con nombre propio, 
justo ahora,
que la sintonía
de mi alma,
nunca estará 
a vuestro alcance.
Y disculpen 
las molestias
y los finales con punto,
para qué
nos vamos 
a engañar,
desecho los suspensivos
sin nada 
que añadir 
a vuestras miserias.





Caerán mis huesos al suelo,
retumbaran sobre la baldosa fría
el húmero
las costillas
la tibia
el cráneo,
quedará desparramada
mi carne,
vacía ya

de fracasos y de chantajes,
de planes y de calendarios,
de fuerzas y debilidades.
Me quedaré ahí
para exhumar
mi último grito.


Ocupé mucho tiempo
en desmantelar la casa,
en tirar al contenedor
las sábanas
los ceniceros
y la última botella.
Me costó
limpiar la noche,
sacudir el adiós
de las alfombras.
Lo demás
me lo llevé a la soledad
que me acompaña
y cuando lloro
no sé si lloro por él
o lloro por todo,
el caso
es que mi llanto
se hizo silencioso
para echarle de menos
sin demasiada vergüenza.


Glen Close
Foto Richard Phibbs


Soy revolución y calma.
Canto y silencio.
Fuego y ceniza.
No hago tratos de amor
que requieran firmas.
Soy un alma de huesos
que crujen en la caricia.
Establezco un orden
que no responde 
a mandatos
de las alturas.
Desobedezco a conciencia
y cuando voy a ciegas
busco la espuma de un mar
que alivia la historia 
de mis heridas.
He recorrido mundos 
en tus besos.
He sucumbido al deseo 
más prohibido.
Sujeto pocas cosas,
voy liviana por el mundo.
Soy real.
Soy imperfecta.
Mi sangre es imprudente,
genio y figura.
Llevo un adiós que duele
y confieso
que he perdido 
guerras
sin ningún sentido.


                         Foto Norman Jean Roy
Yo era 
un corazón roto
de verso corto
y caminos que no llevaban
a ninguna parte.
......................................
Le pedí a la poesía
que me prestara
el privilegio
de otra mirada
sobre las cosas.
.....................................
Hay poetas que buscan
ornamentos para sus poemas,
yo
solo quiero
encontrar
mis trozos.


















Respiro confusa
en el aturdimiento del encierro.
He madurado mis órganos
enderezado mis piernas
escupido residuos
lavado mi plumaje
y en condiciones
de recién nacida
vuelvo.

La madre tierra
tiene todo lo necesario
para devolverme a la vida.
Aprendo a respirar
Revoloteo.
Me gusta la sensación
de aprendizaje
y esta vez
nadie
-absolutamente nadie-
interrumpe mi vuelo.



Transgredir con mi boca
no por el mero hecho
de cambiar las cosas,
no por una revolución permitida
y por cauces legales,
no por llamar la atención
ni escandalizar a vecinos
de ésta ciudad irrespirable.
No por iniciar conflictos
insultos
pequeñas risas burlonas
que acompañarán las mesas
de las perfectas familias.
No por el mero hecho
de no claudicar, a pesar de los años
y de mi rebeldía innata.

Si lo hago, señores,
es por el básico deseo
de tocar su agua
en medio del desierto.
Que hablen si quieren.
Que hablen...
Yo, con su beso.
La poesía me lleva lejos
-dibuja nuevas coordenadas-
mi norte es el sur
y mi centro estalla en palabras
que resuenan milagrosas
queriendo rozarte.
Cruzo la estancia
y me expando más allá
de los códigos
y los postigos,
de los imposibles
y las encrucijadas.
Escribo para darte noticias de mí,
para no sentenciar a muerte
mis emociones,
para suscitar la sospecha
de que existe
algo más
que la prisión
donde acaban mis días
sin ti.

Foto István Sándorfi
Ahora siento
que buscaba el amor
en lugares donde nada sabían de él
y así
me encontré en las ciudades
más extrañas
amando en vano
y pagando precios
desorbitados.
Tiempo después
me haría un traje
a mi medida,
un impermeable
y un poemario
que me dieran
defensa e intensidad,
consuelo y palabra.
Pero guardo los besos
que me encontré,
esos
que hacen de mí
una mujer experimentada
en explosivos

que jamás estallaron.