He desleído todos los poemas
para llegar a ti
sin palabras,
para descitar 
la recurrente métrica
que nos aboca
a un amor
con demasiados adornos.
He venido sin rituales
sin ropa
sin anillos,
he venido en carne viva.

Después -en el camino-
encenderemos velas
acunaremos versos
recordaremos ritos,
pero ahora no.

Ahora,
nosotros.

He volado 
por encima
de vuestras cabezas 
huecas
y he borrado 
mandamientos hostiles
para poder amar
a mis anchas,
he sorteado 
hocicos chismosos
y obscenos
con la rabia inocente
de una mujer
que sentía la libertad
y ahora -después de tanto-
me acerco a la calma,
me atrevo a firmar
poemas 
con nombre propio, 
justo ahora,
que la sintonía
de mi alma,
nunca estará 
a vuestro alcance.
Y disculpen 
las molestias
y los finales con punto,
para qué
nos vamos 
a engañar,
desecho los suspensivos
sin nada 
que añadir 
a vuestras miserias.





Caerán mis huesos al suelo,
retumbaran sobre la baldosa fría
el húmero
las costillas
la tibia
el cráneo,
quedará desparramada
mi carne,
vacía ya

de fracasos y de chantajes,
de planes y de calendarios,
de fuerzas y debilidades.
Me quedaré ahí
para exhumar
mi último grito.