Caerán mis huesos al suelo,
retumbaran sobre la baldosa fría
el húmero
las costillas
la tibia
el cráneo,
quedará desparramada
mi carne,
vacía ya

de fracasos y de chantajes,
de planes y de calendarios,
de fuerzas y debilidades.
Me quedaré ahí
para exhumar
mi último grito.


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